No suelo hablar de mí (ya te habrás dado cuenta) pero hoy voy a hacerte una confesión. Lo merece la ocasión, y quizá sirva para que estudiantes y profesores hagamos un poco de reflexión.
Yo podría haber estudiado Física.
Como tantos otros, llegué al último año de instituto con dos carreras en la cabeza. Tanto la Física como las Matemáticas me gustaban y se me daban más o menos bien, así que ambas empezaban aquel curso con las mismas posibilidades. Pero las Matemáticas lo terminaron claramente por delante… gracias al profesor de Física.
Un tipo peculiar que, por ejemplo, dividía la clase en «señoritas» y «membrillos». Y con el que la asignatura me dejó la incómoda sensación de haber seguido recetas sin entender lo que hacía. Es lo que quieren muchos de mis alumnos, a los que siempre digo que eso lo hace mejor, y más rápido, cualquier ordenador. Si no quieres que una máquina te quite el trabajo, más te vale hacer algo que ella no pueda hacer. Por ejemplo, pensar.
Por eso me hace una ilusión especial el premio a la entrada de la clotoide como la mejor de la XLVIII Edición del Carnaval de la Física.
Es un verdadero honor, porque en esta edición participaron 45 entradas de un nivel altísimo, escritas por algunos de los mejores divulgadores científicos en nuestra lengua. Mi enhorabuena y mi agradecimiento a todos los que intentan que la ciencia llegue a los demás.
Muchas gracias a todos ellos por acogerme en su casa, en especial a los que han encontrado interesante la entrada. Y, no me cansaré de repetirlo, gracias a todos los que leéis este blog. Por hacernos compañía en este viaje por las tierras de enseñar y aprender, compartir y sorprender, jugar y hacer pensar. ¡Gracias!
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